viernes, 23 de septiembre de 2016

El día cero

Hace tiempo que la idea de empezar un blog me ronda la cabeza, pero nunca encontraba el momento o el estado de ánimo adecuado, y la verdad, sigo sin encontrarlo. Hoy es un día normal, no ha pasado nada relevante en mi vida que sea ni muy importante ni muy digno de mención, pero precisamente por ello, hoy es el día que he decidido empezar.

Siempre he sido una persona que se ha ido marcando objetivos en la vida, y siempre, de una manera u otra, los he acabado cumpliendo. Mis objetivos siempre han sido bastante estándar: estudios, trabajo, posición, viajes..., y cosas de este estilo, pero hace ya algún tiempo que me rondan otro tipo de objetivos por la cabeza. Supongo que estos nuevos objetivos podríamos llamarlos primarios, ya que en cierta manera son como una involución de los anteriores, o, en todo caso, una transformación de ellos. Pero obviamente, destaca uno: tener un hijo.

Tener un hijo, una personita que sea parte de mi y de maridito, de nuestra sangre y carne, de nuestras familias, ver su inicio y nunca su final, su evolución, su transformación, conmigo y él a su lado y apoyándolo hasta el infinito. Olerlo y tocarlo, y amarlo y soñarlo... todo, y todo a la vez... Parece mentira como son las cosas, yo toda la vida diciendo que los niños no son para mí, y de golpe un día, me empiezo a imaginar algo que ni tan sólo existe, y como puede ser que quieras tanto a alguien que no has visto ni sentido nunca?

Pero en fin, aquí estamos aún, buscando el camino del laberinto que nos lleve al lugar deseado, y sin encontrarlo aún. El camino se está haciendo largo, aunque la verdad es que no está siendo largo en verdad, la búsqueda empezó en marzo de 2016, y aquí estamos en septiembre, 6 meses más tarde, un bioquímico después y muchas dudas y preguntas sin resolver. Como muchas chicas dicen, esto es una carrera de obstáculos, y se debe afrontar con paciencia y buen ánimo, pero claro, una a veces es débil y flaquea...